El contexto internacional
El año del 68 a nivel internacional estuvo marcado por uno
de los picos más altos del boom capitalista de la posguerra, este boom vino
acompañado por un desarrollo de las fuerzas productivas. En específico en
Europa la reconstrucción trajo consigo la inversión de fuertes sumas de dinero
en medios de producción. La correlación de fuerzas había fortalecido
enormemente a la clase obrera, esto era totalmente desapercibido para la gran
mayoría de los dirigentes de “izquierda”.
En America Latina existía una naciente generación de jóvenes
que estaban inspirados por los acontecimientos de la revolución cubana del 59 y
en el ejemplo del Che; ambos eran baluarte del activismo en las universidades.
Los movimientos de liberación nacional y contra las intervenciones
imperialistas también jugaron un papel muy activo en la agitación política, uno
de los movimientos más emblemáticos por la resonancia que tuvo a nivel
internacional fue la que provocó la intervención imperialista en Vietnam. Estas
movilizaciones no sólo arrastraron nuevas capas a la lucha política sino que en
muchas ocasiones fungieron como accidentes que aprovechó la necesidad para
materializar verdaderas movilizaciones de masas que, como en el caso de
Francia, terminarían en procesos revolucionarios.
Gracias a este Boom la burguesía se daba el lujo de agitar
sobre una nueva “gran sociedad” en la cual las libertades democráticas serian
resueltas, por lo menos en EEUU. Sin
embargo, incluso en los mismos EEUU, todas esas libertades se arrancaron con
luchas en las calles donde el movimiento luchó de forma encarnizada con revueltas en más de 100 ciudades
norteamericanas para conseguir sus derechos civiles.
En este año pudimos ver movilizaciones de masas en gran
cantidad de países. En un primer momento fueron encabezadas por la juventud
pero en algunos casos trascendieron de forma espectacular. La recuperación del
capitalismo después de la Segunda Guerra Mundial fortaleció también a los
trabajadores en número y en confianza. Miles de hijos de trabajadores entraron
a las universidades públicas que se masificaron prácticamente en todos los
países.
Estos cambios sociales crearon las bases para movilizaciones
masivas en donde las principales consignas eran el reclamo de más participación
en la sociedad, derechos democráticos y de expresión. En muchos otros lugares,
principalmente en donde los trabajadores se pusieron a la cabeza, los procesos
rebasaron los marcos de la lucha por la democracia hasta convertirse en
verdaderas revoluciones que reclamaban un gobierno de los trabajadores y la
democracia obrera, tal fue el caso de Francia y
Checoslovaquia.
La primavera de Praga
El movimiento que sacudió la Checoslovaquia estalinista fue
una lucha muy importante de los trabajadores por deshacer el control
burocrático y dar pasos hacia una verdadera democracia obrera.
En aquel año, el ambiente entre los intelectuales era de
crítica hacia la burocracia checa y rusa. Por ejemplo, la Unión de Escritores
apoyó una moción en contra de la censura lo cual aceleró una serie de crisis
que se venían desarrollando por la cada vez más apretada situación económica
que estaba a punto de estallar en una crisis. Este fermento entre los
intelectuales rápidamente se contagio a los estudiantes quienes salieron a las
calles a protestar. Las movilizaciones fueron reprimidas duramente, sin embargo
el coraje de la juventud se impuso y lejos de amedrentar a los estudiantes
estos exigieron al gobierno que se informara el objetivo de las manifestaciones
y la represión de la cual habían sido presas, si esto no era asegurado por el
gobierno los estudiantes amenazaban con ir a las fábricas a informar ellos
mismos.
La respuesta de la burocracia desde un primer momento fue temerosa, lejos de cerrar los
ojos comenzaron a dar tímidas respuestas a los jóvenes. En el seno de la misma
burocracia estas movilizaciones catalizaron un proceso de ruptura, el sector de
los “reformistas”, encabezado por Dubcek tomó la fuerza suficiente para echar a
Novotny del gobierno.
Dubcek no era un dirigente que quería empujar a las masas hacia una revolución política,
muy por el contrario, buscaba de forma persistente el mantener, y en ningún
momento poner en juego, los intereses de la burocracia estalinista checa. Las
medidas que quería implementar en primer momento, medidas puramente económicas,
iban en el sentido de poder dar compensaciones económicas a la burocracia
administrativa a partir del rendimiento de las diferentes industrias. Estas
medidas iban en detrimento de las empresas que no “eran rentables”, es decir,
todas aquellas que de alguna forma eran conquista de los trabajadores pues con
esto se podía justificar el cierre de estas ramas de la producción y el despido
de miles de trabajadores.
Esta política es clásica de un Bonapartista que intenta
balancear entre las diferentes alas de la burocracia; por un lado, defiende la
diferenciación salarial a partir de las bonificaciones a administradores de
fábricas para que, con esto, pueda contrapuntear a la otra ala (la burocracia
estatal).
El miedo que tenía la burocracia no era a la radicalización
de los intelectuales, ni siquiera a la de los estudiantes, sino a que este
ambiente entre la intelectualidad llegara a los trabajadores. Dubcek tenia
mucho miedo de que una oleada de movilizaciones por parte de los trabajadores
lo pusieran en la misma situación que la de Hungría en 1956, cuando los
trabajadores se organizaron en verdaderos órganos de poder obrero y luchaban
por la democracia obrera.
Así que la burocracia checa se vio en la necesidad de dar
concesiones a los intelectuales, se firmaron una serie de decretos en donde se
daba apertura a la libertad de expresión, etcétera.
El problema que tenía la burocracia era que si no daba
concesiones el ambiente de radicalización se extendería, pero de igual forma
pasaría si esta daba las concesiones. Los trabajadores checos, al ver que se
abría una oportunidad para echar a la burocracia salieron a las calles de forma
espectacular. El ambiente era tal que las discusiones políticas se
desarrollaban en todas partes, en fábricas, en mercados y plazas públicas.
Incluso dentro del Partido Comunista los debates eran muy intensos.
La burocracia soviética estaba muy preocupada de lo que
pasaba en Checoslovaquia, no solamente porque las reformas que se estaban dando
en este país podrían desatar en Rusia una serie de peticiones parecidas a las
de los intelectuales checos sino también porque las reformas estaban, lejos de
detener el proceso, alentando el debate entre los trabajadores.
A pesar de las reformas que la burocracia checa dio al
movimiento, ésta agitaba con todas sus fuerzas sobre la “lastimosa experiencia
húngara en el 56” para atemorizar a los trabajadores.
El debate entre los trabajadores había llegado a niveles
bastante elevados, uno de los diarios checos publicó, por esas fechas, una
serie de notas donde hablaba de la necesidad de la democracia obrera.
El Kremlin tuvo que tomar una dura decisión miles de
soldados rusos y tropas del Tratado de Varsovia invadieron Checoslovaquia,
ellos prefirieron que los medios de comunicación occidentales lanzaran una
campaña de desprestigio sobre la burocracia soviética que dejar que el proceso
siguiera adelante en Praga. La consigna favorita para la intervención, igual
que en Hungría, fue la de que el movimiento estaba dirigido por
“desestabilizadores que lo que quieren es la restauración capitalista”. Nada
más lejos de la realidad.
Mientras que los reformadores como Dubcek no querían
cuestionar los privilegios de la burocracia, las masas lo que querían era
democracia obrera, era en realidad una revolución política que se movía en
contra de la burocracia y que amenazaba con extenderse hacia la URSS.
La cobardía de la burocracia checa quedó muy clara con su
actitud a la ocupación, no movieron un solo dedo, e incluso hicieron todo lo
posible por desmovilizar a las masas. Si estas hubieran tenido a verdaderos
dirigentes revolucionarios al frente, los cuales hubiesen rescatado las
tradiciones del partido bolchevique, la ocupación se hubiera trasformado en una
guerra de liberación en donde el ejército ruso, con una campaña de agitación y
confraternización, se hubiera dividido, sin embargo esto es de lo que justamente
carecían las masas checas. La falta de una dirección verdaderamente
revolucionaria fue el talón de Aquiles de este periodo, en todos los lugares en
donde los jóvenes y trabajadores salieron a luchar, una y otra vez la dirección
fue la clave para no ir más lejos.
La revolución francesa del 68
En mayo del 68 se recuerda la mayor huelga general de la
historia moderna de la humanidad, los trabajadores franceses salieron a las
calles de forma impresionante y paralizaron prácticamente todo el país, se
tomaron fábricas, se controlaron precios, etcétera. En realidad mayo fue de los
trabajadores franceses.
Los jóvenes suelen ser un barómetro muy sensible de lo que
pasa en la sociedad. Lo que comenzó con una serie de movilizaciones
estudiantiles y tomas de universidades en toda Francia ante la respuesta de las
autoridades universitarias quienes cerraron la universidad de La Sorbona además
de que intentaron, mediante la policía, desocupar los patios de esta
universidad. Todo ello fue lo que prendió la chispa de la revolución el 3 de
mayo.
El conflicto se extendió hasta el Barrio Latino donde los
enfrentamientos entre los estudiantes y habitantes del barrio contra la policía
duraron prácticamente toda la noche. El 10 por la noche nuevamente hubo un
revuelta en el Barrio Latino, las barricadas montadas por los jóvenes fueron
arrancadas con suma violencia por parte de la policía, los arrestados eran
cuantiosos.
Aunque en un primer momento las direcciones de los
sindicatos y los partidos de los trabajadores no quería sumarse a las
manifestaciones, la presión de las bases de los sindicatos y en general de toda
la población hizo que el día 11 convocaran a una huelga general para el 13 de
mayo la cual fue todo un éxito. La marcha de ese día aglomeró a más de un millón de personas.
En el momento en que los trabajadores entraron a la escena
no fue simplemente como meros espectadores. A pesar de que en Francia se vivía
una situación económica buena los empresarios franceses habían aplicado una
serie de políticas anti-obreras que sometían a presiones despiadadas a los
trabajadores. Debajo de la superficie existía mucho descontento entra la clase
obrera.
La huelga del 13 marcó un punto de inflexión en el
movimiento, los dirigentes por su parte pensaban que con estas movilizaciones
le sacarían la presión a la olla, sin embargo, la realidad fue un poco más allá
que estas perspectivas. La huelga se extendió de forma brutal, aunque la
militancia de los trabajadores sindicalizados no rebasaba los 3 millones, los
obreros que se sumaron a la huelga fueron más de 10 millones.
“El 14 de mayo, un día después de la manifestación de masas
en París, los trabajadores ocuparon Sud-Aviation en Nantes y la fábrica de
Renault en Cléon, seguidos por los trabajadores de Renault en Flins, Le Mans y
Boulogne-Billancourt. Comenzaron huelgas en otras fábricas por toda Francia,
además de RATP y SNCF. No se distribuían los periódicos. El 18 de mayo, los
mineros del carbón dejaron de trabajar y el transporte público se paralizó en
París y en otras ciudades importantes. Los ferrocarriles nacionales fueron los
siguientes, seguidos por el transporte aéreo, los astilleros, los trabajadores
del gas y la electricidad (que decidieron mantener el suministro doméstico),
los servicios postales y los ferris que cruzan el Canal de la Mancha.” (Alan
Woods, La revolución francesa de mayo del 68)
El comité de huelga se convirtió prácticamente en el dueño y
señor de Francia, este emitía, junto con
los campesinos, el precio de las mercancías, controlaba el suministro de
gasolina, etcétera. Se organizaban guarderías públicas y comedores públicos
para que comieran los hijos de los huelguistas, las mujeres crearon comités de
huelguistas para coordinar la alimentación. El ambiente de debate y
participación era tal que en el Barrio Latino jóvenes católicos ocuparon la
iglesia para exigir un debate en lugar de la misa.
Una medida muy importante de los trabajadores fue la de
tratar de detener los medios de comunicación de la burguesía, algunas
radiodifusoras se fueron a huelga y en
algunos periódicos burgueses las noticias tenían que pasar el control editorial
de los trabajadores en huelga, también exigían que se publicaran las
resoluciones de su sindicato.
Frente a este maravilloso movimiento de las masas, el
gobierno estaba prácticamente suspendido en el aire, habían noticias de que el
ejército y la policía estaban divididos
con respecto al conflicto revolucionario, el Estado no podía utilizarlos para
reprimir el movimiento porque esto hubiera significado la fractura total de las
fuerzas armadas y que con esto una buena parte de los soldados y policías
pasaran con todo y sus armas de lado de los trabajadores.
La trampa del régimen era un referéndum que el presidente De
Gaulle quería realizar, sin embargo sólo se quedó en un proyecto porque la
acción contundente de la clase obrera se lo impuso.
El gobierno Francés creó los Comités de Defensa Republicana
como un intento de movilizar a la clase media contra los trabajadores, sin
embargo la decisión y contundencia de los obreros era avasalladora, las clases
medias se había vuelto para apoyarles a estos en su lucha.
A pesar de que la correlación de fuerzas era enormemente
favorable para los trabajadores, las direcciones de los sindicatos y la
dirección estalinista del Partido Comunista Francés dio la oportunidad para que
la burguesía se recompusiera, en la Enciclopedia Británica podemos leer:
"De Gaulle parecía incapaz de controlar la crisis o comprender su
naturaleza. Sin embargo, los dirigentes comunistas y sindicales le
proporcionaron un respiro, se opusieron a ningún levantamiento más allá,
evidentemente temían la pérdida de sus seguidores ante sus rivales más
extremistas y anarquistas".
Los dirigentes sindicales y el Partido Comunista tomaron con
las dos manos la propuesta que les hizo el gobierno de adelantar las elecciones
con tal de terminar la movilización, cada uno de estos esquiroles fue a su
fábrica a convencer a los trabajadores de que era necesario regresar al trabajo
y tomar el aumento salarial o la semana de vacaciones que el gobierno prometía.
Una verdadera organización revolucionaria hubiera dirigido a
los trabajadores a dar el golpe de gracia al Estado capitalista, prácticamente
el poder lo tenían los trabajadores, un llamado serio a las fuerzas armadas
hubiera sido necesario para atraerse a una capa del ejército los cuales
hubieran formado las bases, junto con los trabajadores, para un Estado de los
trabajadores pero nuevamente la reaccionaria política de los dirigentes del PCF
jugaron un papel nefasto para desviar a las masas de su tarea fundamental, la
toma del poder.
El contexto nacional en México (El periodo pos cardenista y el periodo estabilizador)
Los acontecimientos antes mencionados tuvieron un efecto en
la juventud mexicana, sin embargo el proceso de lucha que se vivió en el país
tiene otros orígenes y son varias las
razones que pueden explicar las movilizaciones de la juventud. Uno de los más
conocidos es el de la necesidad de la democracia frente a un estado
autoritario, el régimen presidencialista no concedía prácticamente un respiro
de oposición, los sindicatos estaban atados de pies y manos al Estado y las
corrientes o sindicatos que daban la lucha contra ese control eran duramente
reprimidos.
Este periodo también está caracterizado por lo que se le
llama el milagro mexicano y el periodo estabilizador, los cuales sentaron una
serie de condiciones económicas que permitieron un incremento en los niveles de
vida de los trabajadores, al igual que una inversión en gasto social por parte
del Estado, esto fue una tibia comparación con lo que en Europa se llamó estado
de bienestar donde se invirtieron grandes sumas de dinero en desarrollo social
y que permitió a los trabajadores europeos una estabilidad económica
relativamente buena.
Pero tenemos que explicar, incluso, un poco más atrás las
razones de este periodo. El gobierno de Cárdenas realizó una serie de reformas
a favor de los trabajadores, sin embargo los presidentes que le siguieron se
caracterizaron por todo lo contrario. Las políticas dictaminadas por Ávila
Camacho eran encaminadas a minar todas las reformas progresistas del periodo cardenista,
entre el 50 y 60% de la inversión pública se destinó a favorecer la iniciativa
privada.
En el plano sindical este periodo se caracterizó por
afianzar la incorporación de los sindicatos al Estado misma que había iniciado
Cárdenas. El Partido Comunista dejó en bandeja de plata todas las posiciones
que tenía dentro de la CTM y ésta pasó al control, primero, de Lombardo
Toledano y, después, a manos de Fidel Velazquez, iniciándose una purga brutal
de todos aquellos trabajadores honestos que querían utilizar a esta central
como una herramienta de lucha.
La coyuntura internacional de la Segunda Guerra Mundial
permitió la expansión de exportaciones y un desarrollo del mercado interno,
esto fue muy importante para dar concesiones por parte del Estado a los agremiados
de sindicatos incorporados al mismo.
La llegada de Miquel Alemán a la presidencia significó el
ascenso de esa burguesía desarrollada bajo los auspicios de la revolución, él
representaba a una parte de la burocracia y acaparadores de la revolución que
se hicieron ricos durante este periodo.
A lo largo del gobierno de Miguel Alemán la industria se
desarrolló y la economía siguió creciendo, al mismo tiempo miles de campesinos
emigraban del campo a la ciudad para incorporarse al mercado de trabajo en
expansión. La industria se versificó y la prosperidad reinaba.
Al mismo tiempo esta industrialización modificó la
correlación de fuerzas en la sociedad, los campesinos, que eran una enorme
mayoría apenas años atrás, ahora gradualmente eran rebasados por los
trabajadores en la ciudad, con él se incorporaban miles de jóvenes en busca de
educación a la que antes, en el campo, no se aspiraba. En este periodo la gran
mayoría de los estudiantes del Politécnico eran jóvenes de provincia los cuales
en muchas ocasiones pasaban condiciones penosas para poder estudiar.
En el periodo conocido como periodo estabilizador la
economía crecía a un ritmo promedio de
6.2 por ciento y a un 1 por ciento per capita, sin embargo como los bienes de
capital eran principalmente del extranjero las importaciones crecieron de forma
espectacular y con ellas el endeudamiento externo.
Por más que el gobierno intentó implementar medidas
proteccioncitas para no frenar el crecimiento industrial, dada la dependencia
de los bienes de capital, estos intentos no fructificaban en mucho, con esto se
siguió incrementando las importaciones. Nunca se trató de impulsar la
generación de tecnología, así las expectativas de crecimiento quedaban más
sujetas al exterior. El recurso del gobierno fue la devaluación de la moneda,
esta causó estragos en los salarios reales de los trabajadores.
Las luchas previas al movimiento estudiantil en el movimiento obrero
Esta fue precisamente una de las causas para que los
trabajadores salieran a las calles. La devaluación de 1954 creó las bases
materiales para que las masas salieran a movilizarse, este proceso se
desarrolló, principalmente, en los sectores de los ferrocarrileros los cuales,
a partir del 58, encabezaron una lucha que comenzó con la conformación de la
Gran Comisión pro Aumento General de Salarios y que terminó por la
democratización del sindicato de ferrocarrileros.
La experiencia de la Gran Comisión, como una instancia
independiente y democrática, tuvo grandes repercusiones en la organización de
la oposición a la dirección charra del sindicato, cada uno de los miembros que
conformaron esta comisión regresaron a sus centros de trabajo bajo la dinámica
de poder organizar la lucha por mejoras salariales y contra la dirección del
sindicato que quería pactar con el gobierno un aumento inoperante además de la
necesidad de la democracia obrera.
El 26 de julio se iniciaron una serie de paros para luchar
por el aumento y por la destitución de sus delegaciones corporativas, estas
luchas terminaron en una victoria al pasar por encima del Comité ejecutivo de Samuel Ortega. Los representantes electos
de forma democrática llamaron a la VI Convención Sindical Extraordinaria donde
fue nombrado un nuevo comité ejecutivo, a la cabeza de este estaba Demetrio
Vallejo. A pesar de que los charros intentaron declarar inexistente esta
dirección esta fue ratificada por las bases.
El movimiento democrático se mantuvo hasta febrero del 59,
mes en el que iniciaron una serie de provocaciones por parte de la empresa y
que el sindicato respondió con el emplazamiento a huelga. Dicha huelga se
desarrolló, sin embargo las amenazas de la intervención del ejército y la
policía fueron muchas, lo que obligó a que la dirección del sindicato reculara
levantando así la huelga para el mes de marzo. El 25 y 26, estallaron las
huelgas pospuestas por el sindicato. La Secretaria del Trabajo declaró
inexistente la huelga y el 28 el ejército ocupó las instalaciones provocando la
encarcelación de miles de rieleros.
Este movimiento terminó en una derrota desastrosa y con el
encarcelamiento y despido de cerca de 9 mil ferrocarrileros. La principal causa
de la derrota fue la visión de la dirección dentro del sindicato que pensó que
existía un ala progresista dentro de la burguesía y el gobierno misma que
podría ayudar a que se resolviera el conflicto y la falta de decisión al actuar
para sumar a más sindicatos en apoyo a
la lucha ferroviaria. Los dirigentes pensaban que si tomaban medidas radicales
estas empujarían al ala reaccionaria de la burguesía a sobreponerse sobre el
ala progresista.
Poco antes de la lucha ferrocarrilera se desarrollaron una
serie de movilizaciones, de igual forma iniciadas por la demanda de aumento
salarial, por los trabajadores de Telégrafos. Las movilizaciones se
incrementaron por la orden de traslado de 27 trabajadores, los más
radicalizados, a otras instalaciones. La huelga estalló el 6 de febrero pero ya no solo por el
aumento de salarios sino por la destitución
del administrador central de la oficina de telégrafos. Los dirigentes
charros del sindicato desconocieron el movimiento y lanzaron injurias contra
sus dirigentes quienes llamaron a desafiliarse del sindicato charro y a formar
otro sindicato democrático. Esta huelga duró 16 días y los trabajadores
regresaron a laborar bajo la promesa presidencial de satisfacer sus demandas.
Otro de los acontecimientos bastante importantes de las luchas
previas al 68 es el de los profesores de la sección IX del Sindicato Nacional
de Trabajadores de la Educación (SNTE) en la Ciudad de México, los cuales
salieron a las calles protagonizando una de las movilizaciones más grandes de
la época reclamando aumento salarial. Los profesores se lanzaron a un paro por
el aumento del 40% de su salario, los maestros tomaron por un mes los patios de
la SEP y al final se logró un aumento de $150 pesos mensuales. La expresión mas
acabada de la lucha se expresó dentro del Movimiento Revolucionario del Magisterio que, al igual que la lucha
ferrocarrilera, logró ciertos éxitos, sin embargo estas luchas no nada mas se
daban contra las políticas impuestas por el Estado, sino contra la parte charra
de los sindicatos, este movimiento también sufrió una represión cruenta y fue
prácticamente imposible un repliegue organizado.
Cabe destacar que en todas estas luchas las directrices del
Partido Comunista Mexicano chocaron de forma sistemática con el movimiento y el
interés de los trabajadores. Una gran parte de la dirección ferrocarrilera
pertenecía al PCM y su política era la de ver a un sector progresista en la
burguesía. Esta política fue fatal para el movimiento ferrocarrilero. Frente a
la lucha de los maestros su política fue aún más ruin donde, en un primer
momento, atacó al movimiento “en defensa de la unión sindical” y apoyó a la dirección charra del SNTE.
La década de los 60 se desarrolló en un ambiente de relativa
estabilidad en el sector obrero, la represión a los casos antes mencionados
hundieron en un reflujo al movimiento de los trabajadores que terminó hasta
1971. La única excepción fue la del movimiento de los médicos y estudiantes de
medicina del DF, los cuales salieron a movilizarse de forma bastante combativa
a mediados de los 60, esta lucha, al igual que los demás, comenzaron por una
situación económica y terminaron reclamando el derecho a una organización
sindical democrática.
“Desde 1962 hasta 1968 las fuerzas populares viven un
periodo de relativo estancamiento. Naturalmente, la situación no es homogénea
y, en algunos estados y en ciertos sectores se mantiene la actividad; así, por
ejemplo, se presentan movimientos estudiantiles y populares en provincia:
Morelia, Sonora, Puebla, Durango, Nuevo León, etc.; en el DF estalla el
movimiento de médicos y en barios estados se dan fuertes movimientos campesinos
como los que dirige Rubén Jaramillo en Morelos o Genaro Vásquez en Guerrero.
Sin embargo, la clase obrera, que había jugado un papel principal en los
últimos años de la década anterior, vive un reflujo generalizado que solo se
remontara definitivamente en 1971. El movimiento estudiantil en el DF, pese a
la huelga de 1966, se mantiene en general estancado hasta 1968. Finalmente, el
movimiento campesino, pese a que sostienen luchas aisladas no cobre el carácter
de un movimiento nacional sino hasta 1972-73” (Armando Bartra, El movimiento
comunista después de 1958)
La experiencia emanada en este periodo por la mayoría
debería haber sido la necesidad de agruparse en una organización política que
pudiera romper el aislamiento de las luchas y hacerlas trascender de las
consideraciones económicas transformándolas en luchas políticas. La necesidad
de un partido de los trabajadores era, a todas luces, uno de los puntos centrales
del fracaso de estas luchas, sin embargo las conclusiones que sacaron jóvenes y
trabajadores involucrados en estas luchas no fueron estas, sino todo lo
contrario, el ejemplo mostrado por la burocracia estalinista del Partido
Comunista hacía que los trabajadores y la juventud sacaran la conclusión
contraria, este efecto se cristalizó en una crisis, se podría decir, permanente
de la década de los 60 por parte del PCM.
El gasto público y la masificación de las universidades para
los hijos de los trabajadores
Después de esta escalada de violencia que sufrieron los
trabajadores el gobierno cambio de táctica, comenzó a dar de alguna forma
ciertas concesiones al movimiento, esto
ayudó a desactivar las protestas de los demás sectores que se estaban gestando.
Hubo una serie de concesiones selectivas que llevó a la modificación de la Ley
Federal del Trabajo y el aumento en el gasto social y educación.
Barry Carr escribe lo siguiente con respecto a la inversión
en la educación de este periodo: “En el caso de los estudiantes y los recién
radicalizados trabajadores de la salud, la base de la que surgían los nuevos
protagonistas era la rápida expansión
del gasto estatal en educación y salud. En 1960 había un estudiante de educación
superior por cada 333 personas; en 1970 por cada 125 personas; en 1977 una de
cada 55 personas estaba en la educación superior. Las cifras correspondientes
al Distrito Federal son todavía más impresionantes: 1 de cada 111 (1960); 1 de
cada 66 (1970), y 1 de cada 33 (1977).”
(Barry Carr, La izquierda mexicana a través del siglo XX)
Estas cifras indican que fue un proceso de masificación en
las escuelas, miles de hijos de trabajadores y campesinos que emigraban a la
ciudad para buscar trabajo en el proceso de industrialización se incorporaban a
las escuelas superiores. Los jóvenes que se incorporaban principalmente a
escuelas como la Universidad y el Politécnico, (la UNAM contaba, en 1968, con
más de 200 mil estudiantes y el IPN con más de 100 mil), no escapaban del
ambiente general de asfixia que se viva en la sociedad, algunos de ellos
seguramente eran hijos de ferrocarrileros,
telefonistas, metalúrgicos o de cualquier otro trabajador que había sido
victima de la brutalidad del gobierno cuando demandaban democracia sindical y
cuestionaban el Estatus Quo existente.
Estos jóvenes que emergieron del “desarrollo estabilizador”
exigían un lugar en el marco del sistema, sin embargo el sistema no estaba
interesado, ni en escuchar, ni en dar ningún tipo de espacio. Si bien hasta el
momento los problemas del Estado con respecto a las masas se había arreglado
con la incorporación del movimiento de los trabajadores a éste, y por medio de
la violencia había aplastado las voces de la democracia sindical, el movimiento
de los jóvenes que se avecinaba provocaría una grieta que rompería o marcaría
un punto de ruptura con respecto al corporativismo mexicano y la apertura
democrática de la sociedad
Caracterización del Estado mexicano
Antes de seguir adelante nos gustaría hacer una
caracterización del Estado que en ese momento se erigía, si bien hemos dicho
que el presidencialismo era totalmente autoritario no podemos agotar la
caracterización con estas palabras.
Para nosotros, los marxistas, el Estado no es árbitro entre
las clases, es decir, un aparato que se alza por encima de la sociedad sin
tomar en cuenta la correlación que existe entre
las clases en pugna en la sociedad, tampoco es independiente de las clases. Por el
contrario, un Estado es el garante de que en determinada sociedad la clase
dominante, en este caso la clase burguesa, pueda hacer valer sus leyes, su
moral sus tradiciones y principalmente que le garantice mantener su régimen de
explotación.
Ahora, un Estado también se puede transformar según las
circunstancias que se vivan en la sociedad, sin que este cambie la base
económica sobre la que se respalda. Para el capitalista el Estado perfecto es
el que, por vías de la “democracia”, pueda mantener su régimen de explotación,
sin embargo cuando los trabajadores y la juventud salen a cuestionar su extrema pobreza en la que los hunde este
sistema los capitalistas no dudan ni un segundo en transformar ese Estado
“democrático” en una dictadura sangrienta.
En nuestro país, una de las condiciones para la
consolidación de Estado capitalista fue la incorporación a este de las organizaciones
obreras mas importantes, especialmente la CTM, esto en un periodo en el que por
una parte los trabajadores no tenían la suficiente fuerza o por lo menos una
dirección que fuera capaz de llevar los trabajadores al poder, y por el otro
lado existía una burguesía nacional que no tenia la suficiente fuerza ni
confianza para poder aplastar el movimiento de los trabajadores y así erguirse
como una fuerza absoluta en la sociedad.
El papel fundamental del presidente Cárdenas fue ese, él se
balanceaba entre las clases en pugna, apoyó a los trabajadores en huelga, las
manifestaciones, nacionalizó la industria petrolera y los ferrocarriles, sin
embargo también se apoyó en los sectores populares para fortalecer una
burguesía nacional frente a las potencias imperialistas. Cárdenas retomó la
demanda popular de la educación y la utilizó como un instrumento de
cualificación de la mano de obra para los capitalistas. A este tipo de estado
Trotsky lo caracterizo como un bonapartismo sui generis:
“En los países industrialmente atrasados, el capital
extranjero juega un rol decisivo. De aquí la debilidad relativa de la burguesía
"nacional" respecto del proletariado "nacional". Esto da
origen a condiciones especiales de poder estatal. El gobierno oscila entre el
capital extranjero y el doméstico, entre la débil burguesía nacional y el
proletariado relativamente poderoso. Esto confiere al gobierno un carácter
bonapartista "sui generis", un carácter distintivo. Se eleva, por así
decir, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar ya convirtiéndose
en instrumento del capital extranjero y arrojándolo al proletariado con las
cadenas de una dictadura policial o bien maniobrando con el proletariado y
hasta llegando a hacerle concesiones, obteniendo así la posibilidad de cierta
independencia respecto de los capitalistas extranjeros. La política actual está
en la segunda etapa; sus más grandes conquistas son las expropiaciones de los
ferrocarriles y de las industrias petroleras. (León Trotsky. Sobre la
liberación nacional. Ed. Pluma. Bogotá. 1980)
El incorporar a los sindicatos como parte del Estado fue un
duro golpe para los trabajadores que, aunque en aquel momento no se sintió, a
lo largo de las diferentes décadas dejó sin posibilidad de una herramienta de
lucha organizada de los trabajadores. El papel sicológico también acostumbró a
los trabajadores a negociar antes que a luchar por sus derechos. Todo esto se
dio en un periodo de boom económico que permitió mantener a los dirigentes de
los sindicatos muy bien atemperados a los designios de las clases poseedoras
quienes mantuvieron rígidas normas para evitar las movilizaciones y en su caso
la represión abierta hacia los movimientos independientes o democráticos.
Algunas reformas dentro del periodo cardenista fueron progresistas y ayudaron a solucionar
ciertos problemas que cruzaban los trabajadores, sin embargo, lo que se tiene
que reconocer es que la estructura que
organizó Cárdenas alrededor del Estado y los trabajadores les sirvió mucho más
a la postre a la burguesía porque ha partir de esto se pudo mantener durante
aproximadamente 60 años más bajo el
régimen priista, incluso ahora vivimos parte de las secuelas de esa política.
Este mismo Estado se mantuvo después de que Cárdenas
abandonara el poder pero el apoyo al movimiento de masas se desvaneció. Los
presidentes en turno mantuvieron una política muy rígida en términos de
mantener controlado al movimiento de masas y con pequeñas concesiones
selectivas además de mucha más represión.
Las luchas previas al 68 dentro de las universidades
El movimiento estudiantil del 68 no fue el único dentro de
las universidades en la década de los 60 aunque sí tuvo repercusiones más
generales y de alcance a nivel nacional. Los movimientos previos en diferentes
estados de la república fueron más
profundos y en algunos casos dieron pie a luchas de toda la población contra
los gobernadores. Este capítulo reveló cómo los sucesos del movimiento
estudiantil del 68 no cayeron de un cielo claro y azul, detrás de ellos se
gestaron cientos de conflictos con características diferenciadas pero cuyas
demandas y trayectoria general apuntaba a la apertura democrática de la
juventud en la vida social.
Aunque las luchas estudiantiles no se remontan a la década
de los 60, sería imposible hablar de cada uno de los diferentes conflictos
tanto en el Politécnico como en la UNAM y demás estados de la república. En
este caso sólo nos centraremos en los años
previos al movimiento estudiantil del 68.
En Morelia comienza una lucha bastante intensa desde
principios de 1961 que concluyó con la intervención militar en las
universidades y con la represión generalizada del pueblo michoacano en 1967.
Tal vez este movimiento fue uno de los más importantes en extensión y
profundidad, fueron muchas y muy variadas las causas que propiciaron la
movilización de los estudiantes. En 1966 comenzó la lucha contra el aumento de tarifas de
transporte urbano, la represión causó la muerte de uno de los estudiantes en un
mitin el 2 de octubre, el sepelio fue acompañado de una huelga en las escuelas
y una masiva movilización. Los trabajadores y campesinos michoacanos
respondieron de tal manera que en pocos días toda la población exigían la
desaparición de poderes, las manifestaciones fueron cada vez mayores. La única
respuesta del estado era la difamación.
La burguesía sacó al ejército a las calles para demostrar su
fuerza. El 8 de octubre el ejército tomó la universidad y se intensificaron las
detenciones y cateos, el mitin de respuesta de los jóvenes fue disuelta por la
caballería resultando más de 600 presos.
Fue en este estado, en 1963, donde se fundó la Central
Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), organización democrática e
independiente del Estado que movilizó y organizó a grupos en varias partes del
país, se puede decir que fue la única organización antes del 68 que tuvo una
filiación nacional y con fuertes tradiciones entre los estudiantes de
diferentes estados de la república, incluso en febrero del 68 esta organización
convocó a la “marcha por la libertad”, su exigencia era la liberación de los
presos políticos estudiantiles de todas las regiones del país. Dicha
movilización se realizó del 3 al 10 de febrero y su recorrido inició en Dolores
Hidalgo para terminar en Morelia, sin embargo esta manifestación fue detenida
por el ejército.
En Guerrero también hubo movilizaciones importantes de los
estudiantes en el 61, 66 y 68, la
efervescencia que se respiraba entre los estudiantes del sureste era tal que la
policía tuvo que tomar la universidad de Chilpancingo, los detenidos y heridos
eran cuantiosos.
En Puebla, en la Universidad Autónoma, el proceso de 1964
fue aún más allá cuando los estudiantes y los lecheros se unieron y arrastraron
a más sectores de los trabajadores. Frente a las fuertes movilizaciones de la
población el gobernador, Nava Castillo, tuvo que renunciar. Aunque esta fue la
lucha más importante hasta ese momento, en 1961 también se desarrollaron
movilizaciones de masas. Fue también en este estado donde se vio una más de las
tácticas de represión del Estado. El Frente
Universitario Anticomunista era una organización paramilitar que se
dedicó a hostigar y asesinar a activistas de izquierda de la UAP. Al año
siguiente se dio el cambio del rector. José F Garibay quedó al frente de la
universidad, sin embargo su política reaccionaria desató nuevamente la movilización y nuevamente
los grupos de choque participaron activamente para romper la huelga de los
estudiantes. En el 67 se produjeron incidentes armados dentro de la
organización estudiantil, el Directorio Estudiantil. Los enfrentamientos que
fueron causados por el rector obligaron a la discusión en el Consejo
Universitario. Finalmente el rector fue llamado a renunciar.
En el 66 hubo movilizaciones muy importantes en Ciudad
Victoria, Tampico y Ciudad Madero, en Tamaulipas; estas se dieron por el
secuestro de un profesor del Instituto Tecnológico de Ciudad Madero.
En Sinaloa miles de
estudiantes salieron a las calles a protestar por la reelección del rector,
esta lucha terminó exigiendo una reforma
universitaria en la cual se pudiera dar más apertura a la participación de los
jóvenes en las decisiones de la universidad. El movimiento, al igual que en
muchas otras ocasiones, fue duramente reprimido. Además, la campaña de
descrédito contra dirigentes del movimiento que pertenecían al PCM creó un
clima anticomunista.
En otro de los estados del norte, Sonora, las movilizaciones
estudiantiles pusieron a la orden del día, en mayo del 67, la lucha contra las
imposiciones de un candidato a la gubernatura del estado. Los jóvenes
sonorenses salieron a las calles en contra de la política del PRI y contra el
gobernador, Encinas Johnson. Los jóvenes
no se quedaron de brazos cruzados frente a la represión del Estado y comenzaron
una serie de actos violentos como la quema de comandancias, ataques de casas de
funcionarios del estado, etcétera. Los
choques contra la “ola verde”, grupo de choque paramilitar, se sucedieron de
forma vertiginosa. La demanda más importante de todo el pueblo era la
desaparición de poderes y la caída del gobernador.
En este mismo año los estudiantes salieron a protestar en Tabasco y en Veracruz donde los
estudiantes demandaban elecciones democráticas en el Sindicato de Trabajadores
Petroleros de la República Mexicana, entre otras cosas. En Durango los
estudiantes demandaron la nacionalización del cerro de Mercado. También hubo la
huelga nacional de escuelas de Agronomía
iniciada en Ciudad Juárez.
En la Universidad Autónoma de Nuevo León los estudiantes no
se quedaron atrás y protestaron por el “plan Elizondo”, a mediados del 68, el cual constaba de un
aumento de cuotas a los jóvenes. El Consejo Estudiantil Universitario fue la
organización que se puso al frente. Esta lucha dio confianza para que años más
tarde se desarrollaran una serie de movilizaciones de izquierda exigiendo
derechos democráticos, no solo de los estudiantes, sino de trabajadores y
demás.
En Villahermosa Tabasco, en el 68, se desataron
movilizaciones por el mejoramiento de la universidad Benito Juárez; la huelga
estalló al no haber respuesta por parte del gobierno quien respondió con grupos de choque. A
consecuencia de este ataque un joven murió ahogado. Al igual que en otros
estados, el movimiento creció con el apoyo del pueblo y la lucha se
intensificó, la renuncia del gobernador era la principal consigna sin embargo
la violencia gubernamental fue tan grotesca que a orillas del río Grijalva
fueron asesinados docenas de estudiantes que intentaban cruzar el río para
escapar. La policía siguió cazando a los estudiantes para terminar con la “ola
roja”. Esta fue la represión más fuerte a los estudiantes hasta antes de los
acontecimientos en la plaza de las tres culturas.
En 1967 estalla la huelga en la Escuela de Agrícultura
Hermanos Escobar, apoyada por estudiantes del Politécnico y de la Universidad
de Chapingo.
En la Ciudad de México también se dieron una serie de
movilizaciones de diferentes magnitudes y por estudiantes de diferentes
facultades, principalmente de la UNAM, la Escuela Nacional de Maestros y
escuelas preparatorias, entre otras. En realidad la situación fue de mucha
tensión, mientras los estudiantes reclamaban la democratización dentro de los
cuerpos autoritarios de las universidades el Estado contestaba por igual a
todas las demandas, la represión.